22 de agosto de 2011

Los periodistas son, los periodistas son...

Los periodistas son esto o lo otro. Los periodistas son todo y casi todo es verdad. Me he pasado tardes enteras defendiendo la profesión y ayer me dí cuenta de que a lo mejor, no todos se lo merecen.

Como García Márquez me había dormido tantas noches con aquella nana (El periodismo es la profesión más bonita del mundo), yo me lo había creído. Y había puesto ahí en lo alto -en lo más alto- la tarea de honrar la profesión como decía él.

Cuando ayer vi que un periodista de los de verdad apuntó desde abajo -desde lo más bajo- pensé que casi me dá de lleno y me tira desde lo más alto.

Pero como sigo de pie, he estado pensando que los periodistas son esto o lo otro... pero siguen teniendo la suerte de ser los hijos de la profesión más bonita del mundo... y llevar su apellido.

12 de julio de 2011

Chica de la playa

Tengo la suerte de vivir en la playa todo el año. Y también la mala suerte de todos los que viven en la playa todo el año: que no lo valoramos.

Hoy he tenido la suerte de ser una chica de la playa con muy buenas vibraciones. Ahí va eso...

11 de julio de 2011

Casualidad y causalidad

Llevo ya tiempo pensando en la casualidad y en la causalidad. Y en todo lo que tiene de lógico e ilógico las cosas que nos pasan en la vida. Pero ya no lo pienso más. La casualidad está llena de causalidades. El poeta me lo enseñó hace tiempo.

Para que yo me llame Ángel González
Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.

Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos (...)

Ángel González.

P.D. A lo que dicen los poetas de los versos, yo le añadiría lo que dicen los poetas de la vida: las madres y las abuelas. "Las cosas pasan porque tienen que pasar y lo que está para ti, será para ti".

4 de julio de 2011

Nota para Isa

Fin de temporada. Las casas sólo son casas y no son importantes por eso, sino por quienes viven –y lo que se vive- en ellas.

Manuel Arellano cierra por vacaciones y por obligaciones. Se cierra la puerta de la casa de las ensaladas, la de los secadores nocturnos, del sofá a medio salón, la casa de las siestas, los crepes y los Donettes.

Nos despedimos de la casa donde nos hemos reído del mundo, donde nos hemos sentido tan fuertes que se han asustado las paredes. La casa donde dejamos las cenizas de aquella quema maltrecha, la casa de las resurrecciones.

La de las cenas con amigos, la que se convirtió en Hotel Triana en feria, la de “aquí no se fuma”, la casa de las hermanas de la tele, la de la bici roja, la “estarte ahí que yo voy”.

Nuestra casa ya no es nuestra, pero estamos nosotras.

28 de junio de 2011

De gente pequeña que se hace (grande) mayor

Es difícil de explicar pero existe gente pequeña que es grande,y esta noche, para complicarlo un poquito más, existe gente pequeña que se hace mayor.

Esta es su entrada para felicitarlo a él y a quienes tienen la culpa de que sea tan grande. Un día en un espacio como este, le comenté a una amiga que estaba entrenada para endulzar. Fernando está entrenado para ser feliz y lo hace tan bien que debería dedicarse a ello toda su vida.

Por eso, decirle a él felicidades es una redundancia, igual que decirle que se hace grande…

26 de junio de 2011

La cabeza alta

Llevar la cabeza alta no es solo una actitud. La cabeza, la cara alta, es un valor. Antes no lo comprendía. Cuando me lo enseñaron, no lo entendía. Pero ahora comprendo y llevo con orgullo haber sido leal, no haber fallado yo, no haber mentido yo, no haber jugado sucio yo.

En el papel de me la han vuelto a jugar, una se siente como pez en el agua y hasta puede sonreír y alegrarse sabiendo que dondequiera que vaya y dondequiera que esté podrá sentir que lleva la carita alta.

Y no es del todo simbología,no. Sentirse así, espiga el cuello y dibuja una sonrisa de vencedora que no se borra jamás.


Mala suerte no, buena suerte.

23 de junio de 2011

Maribel

Lo hacía tan bien que convertía los pasillos en metáforas. Maribel leía en voz alta casi cada mañana. Antes de hacerlo levantaba las persianas y a la clase entera se nos veteaba el corazón de sol y de literatura.

Y entonces pasaba que Melibea, o la tal desheredada entraban por aquellas puertas verdes y hablaban. Cuando no, venía un preso político desde Orihuela y nos traía nanas de la cebolla.

Y al tiempo, venía a mi misma mesa a apoyarse cansado, el marido de una mujer moribunda y por la ventana le cantaba a un olmo viejo hendido por el rayo, buscando esperanza.

Y todo lo traía ella. Ella sola. Levantaba con aquellos ojos y aquellas voces el telón y empezaba la función.

Todo lo que fui y lo que soy cuando escribo nació en una clase suya.