Llevo ya tiempo pensando en la casualidad y en la causalidad. Y en todo lo que tiene de lógico e ilógico las cosas que nos pasan en la vida. Pero ya no lo pienso más. La casualidad está llena de causalidades. El poeta me lo enseñó hace tiempo.
Para que yo me llame Ángel González
Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos (...)
Ángel González.
P.D. A lo que dicen los poetas de los versos, yo le añadiría lo que dicen los poetas de la vida: las madres y las abuelas. "Las cosas pasan porque tienen que pasar y lo que está para ti, será para ti".
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