22 de agosto de 2011

Los periodistas son, los periodistas son...

Los periodistas son esto o lo otro. Los periodistas son todo y casi todo es verdad. Me he pasado tardes enteras defendiendo la profesión y ayer me dí cuenta de que a lo mejor, no todos se lo merecen.

Como García Márquez me había dormido tantas noches con aquella nana (El periodismo es la profesión más bonita del mundo), yo me lo había creído. Y había puesto ahí en lo alto -en lo más alto- la tarea de honrar la profesión como decía él.

Cuando ayer vi que un periodista de los de verdad apuntó desde abajo -desde lo más bajo- pensé que casi me dá de lleno y me tira desde lo más alto.

Pero como sigo de pie, he estado pensando que los periodistas son esto o lo otro... pero siguen teniendo la suerte de ser los hijos de la profesión más bonita del mundo... y llevar su apellido.

3 comentarios:

Corso dijo...

Hubo un tiempo en que me ví tentado a entrar en ese mundo. Me fascinaba especialmente el periodismo en conflictos bélicos, no por amor a las armas o a la sangre ni nada parecido, sino por la posibilidad que ello brindaba para estar en contacto con la vida en estado puro, con la supervivencia y la muerte, ir y volver para contarlo, abrir en un mundo adormecido los ojos de la gente narrando cuantas estupiedeces es capaz de llevar a cabo el ser humano.

Dejando a un lado ese tema, y generalizando acerca de casi cualquier profesión, cada día me pregunto más seriamente si es posible amar el oficio y defenderlo como tu dices defender el periodismo. Yo al menos no me siento capaz, ni con lo que hago ni con cualquier otro. Cada día veo más claro que un trabajo supone convertirse en mercenario y perseguir una causa solo por el hecho de recibir algo a cambio. En el fondo me alegra ver que hay quien no piensa así. Quizá no todo esté perdido.

Un abrazo

María Arriaza dijo...

Hola Corso,

No puedo decirte que no tengas razón, pero nisiquiera puedo decirte que la tengo yo.

No se me da bien el papel de los consejos, pero me gustaría decirte que la clave es que no hay claves. Es que todo lo que ames, sea lo que sea, no necesita defensa.

Yo no sé muy bien qué es lo que haces ni por qué piensas que no te sientes capaz de amar tu oficio. Pero es cierto que a veces todos deberíamos pararnos a preguntarnos qué, para qué y por quién hacemos lo que hacemos. Todo el mundo se merece amar lo que hace.

Me encanta que hables de la defensa, porque aprovecho y te regalo unos versos de Benedetti. Gracias por leerme.

...Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas...

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar... y también de la alegría.

Corso dijo...

Gracias a tí por la respuesta.

Me ha gustado mucho la síntesis de la idea que ofreces con "la clave es que no hay claves. Es que todo lo que ames, sea lo que sea, no necesita defensa."

Tiendo a verlo así, y supongo que es una máxima que trato de seguir día a día. La complicación se presenta cuando tienes la tendencia o el instinto de hacerte demasiadas preguntas acerca de aquello que te rodea, acerca de aquello que haces, y para colmo a veces encuentras respuestas, y aunque estas son las que intuías no son las que te hubiera gustado encontrar.

Te invito a pasar por www.elsueniodelasinrazon.blogspot.com. Ahí están buena parte de las claves sobre lo que hago y lo que pienso.

Y muchas gracias por esos versos. No he leído nada de Benedetti hasta ahora, pero creo que va a pasar a la lista de autores que poco a poco serán leídos.

Salud y mar.