30 de octubre de 2010

Volver

Volver es a veces mucho más que ser de nuevo por casualidad. En esta misma semana, por ejemplo, vuelve el blog, la literatura, Marta...y ahora esto: esa canción que viene y se queda como si fuera la primera vez que lo hace.

http://www.youtube.com/watch?v=MR5PG7H2q5E

A menudo reincidir es un acierto. Y Aute lo es.

26 de octubre de 2010

Currículo en salsa


¡Ay! Perdón, perdonen que les reciba así, no les esperaba. Acaban de pillarme ustedes en plena faena, con las manos en la masa. Pero pasen, pasen, no se queden ahí, miren por donde van a ser ustedes testigos de este suculento plato que estoy preparando.

Esto no tiene secretos desde luego, claro que las manos de cada una… le dan el toque final. Tomen nota que no tiene desperdicio: Revuelto de búsqueda de trabajo, con salsa de ilusiones y creatividad (suena complicado pero una vez en el plato…).

Preparen antes que nada todos los ingredientes para tenerlos bien a mano cuando hagan falta: la licenciatura en Periodismo – si se ha terminado en cinco años, mejor, esto no es como el vino-, el Máster en Comunicación Empresarial –un chorreoncito de publicidad y corporativismo le da un saborcillo especial a la periodista, que ya la hemos dejado a fuego medio-,el curso en Protocolo –unos granitos de saber estar y organizar para que no se quede corta de condimentos- y el de RSC – que le da un toque de actualidad, y de querer hacer las cosas bien-.

Cuando la periodista ya esté casi hecha y se haya empapado de la publicidad y el protocolo, probad la salsita unos tres meses en el departamento de comunicación Adif y otros seis meses en el de Cajasol, si está gustosa pero no se puede quedar, no la apartéis del fuego, dejadla que ella sola se vaya cociendo.

¿Estáis tomando nota? Miren que este plato es muy goloso…Pues eso, ya está casi hecha, pero le falta, le falta…su poquito de inglés y… ¡ah! ¡Su guarnición! Acompaña a esta periodista siempre de unos trocitos creatividad, con lonchitas de desparpajo con su vetita de discreción.

El Bar Roma


Hay un lugar en Sevilla donde las mesas chispean al roce del sol, como aquellos zapatos. En pleno San Vicente de Paúl, donde todo huele a Triana, de pronto, está el Bar Roma.

Pero solamente el nombre tiene aires italianos porque ni se come pasta ni los manteles son de cuadritos rojos. Todo lo contrario. Los cuencos de salmorejo salen, cada medio día de esa cocina, a espuertas. Abierto todo el año, a casi todas las horas: abuelo, padre e hijo regentan su bar. Tres generaciones de paellas, tortillas de patatas y revueltos de escombros.

En el Bar Roma se llega y se pega. Al momento de sentarse uno, le llega una carta, y al momentito, la bebida y a poco que te decidas por solomillos, dátiles con bacon o berenjenas rellenas…ya está ahí la comida.

Y en ese mientras, familias, trabajadores y ejecutivos van llegando y pegando casi a la par que tú. Levantando un poco el brazo –como se hacen las cosas aquí- llega la cuenta-y ni llegan los 10 euros por persona.

No hace mucho, lo han reformado y han engalanado las paredes de fotografías en blanco y negro y de pinturas de Triana, eso sí, de Roma, ni rastro.