30 de enero de 2012

Trabajar, amar, trabajar, amar, volver a trabajar y seguir amando...

Has tenido suerte. Mario Benedetti ha sido tu primer poeta. Quiero decir, el poeta de los versos de la tinta rosa. Fue una buena elección decantarme por Benedetti para ti.


Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

Mario Benedetti.

1 comentario:

Corso dijo...

Qué grande Benedetti, y que grande este poema que aquí nos dejas. Me dice tanto ahora mismo, que todas mis palabras se resquebrajan, aparecen como mutilados de guerra, tratando de definir lo indefinible.

Solo puedo decir gracias. Muchas gracias!