10 de febrero de 2011

Mi tierra tiene un veneno

En la ciudad del río, donde pasan tan rápido los años, he dejado ya muchas veces la esencia de lo que ahora quiero contarles: carnaval.

Acercar el carnaval aquí, es tan bonito, tan satisfactorio y tan especial, como dar a probar mojama. La mojama y el carnaval son míos, pero, de todas las cosas mías, no hay nada tan vuestro ni nada que me guste más compartir.

En un blog que habla-ba- de literatura yo no puedo negarles la poesía de febrero. La mojama no es solo atún salado, ni el carnaval son pitos y disfraces.

Es periodismo con música.

Son versos de la calle, de tu casa y de la mía. Del trabajo, de la salud, de la muerte, de tu familia y de la de la gente.

De las noches de mayo, de las noches de bohemia, de gente que son como las luciérnagas: que necesitan la noche para brillar y vivir. De gente que no distingue los cariños del dolor, de gente de pocas maneras y sin familia importante, de gente que se enamora y le echa la culpa a los carnavales...

A pie de Cádiz, pasodoble en la garganta, ya ha cantado Juan Carlos Aragón. Ahora sí... que empiecen los carnavales.

Para qué quieres princesa mía el alma (...)
¿Quién te lo contó? Que diablo más pobre sería...


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